La noticia nos ha caído como un baldazo de agua fría a quienes acompañamos de cerca el proceso migratorio, particularmente de los peruanos. La Unión Europea en el seno del Comité de Representantes Permanentes de los países miembros aprobaría hoy mismo la “Directiva de Retorno”, una ley que busca armonizar las distintas políticas de expulsión de inmigrantes en el ámbito de sus 27 países miembros.
Es decir, a partir de su aprobación, unos ocho millones de los mal llamados “ilegales”, entre ellos miles de peruanos, estarán con la soga al cuello o la cabeza en la guillotina o corriendo de un sitio a otro con todos sus bártulos, y muchos con sus menores hijos, para evitar la cárcel temporal antes de ser expulsados.
Si bien se han levantado voces opositoras a esa norma, especialmente de los grupos políticos socialistas o de izquierda en el Parlamento Europeo y algunas ONG han comenzado una serie de manifestaciones de protesta, existe una tendencia mayoritaria a su aprobación. La suerte está echada, según parece y ahora los inmigrantes “ilegales” serán sometidos al encarcelamiento en centros especiales por un período “armonizado” máximo de seis meses, ampliable a 18, mientras se juzga y tramita su orden de repatriación.
Deplorable y descabellado acuerdo, por decir lo menos, puesto que supone que una persona que busca nuevas esperanzas o trabajo, o huye de la miseria y pobreza, o de la violencia, o de los fenómenos naturales de su país de origen, será considerada como un delincuente en la Unión Europea y puesto bajo rejas. En otras palabras, el viejo continente de manera oficial penaliza la inmigración, en pleno apogeo de la globalización que supone el libre mercado, el libre tránsito de personas, la apertura de fronteras, la libre circulación de capitales.
En realidad la “Directiva de Retorno” se suma a una serie de medidas que aplican cada uno de los países de la UE en mayor o menor medida, y no basta con la exclusión que ya sufren los inmigrantes, por ejemplo, de la estabilidad en el empleo, de la remuneración equitativa, de la seguridad social. De persistir esa tendencia, sólo se espera que Berlusconi proceda a crear, en Italia, el “ejército del bien” para expulsar a los inmigrantes, que fue uno de los temas de su reciente campaña electoral para asumir el cargo de Primer Ministro.
Ante esta lamentable noticia, esperemos que los presidentes de América Latina y El Caribe –una de las regiones que provee un alto número de inmigrantes al viejo continente- se pongan los pantalones largos y expresen su rechazo durante la V Cumbre ALC-UE. Por lo menos, que hagan recordar a sus pares de la Unión Europea que en la IV Cumbre realizada en Viena, Austria en 2006 suscribieron una Declaración Conjunta en la que en el tema de la Migración (punto 49), reconocieron la necesidad de ampliar los beneficios de este fenómeno, en un marco de diálogo integral, cooperación y entendimiento.
Confiamos en que nuestros jefes de Estado sabrán defender a nuestros hermanos latinoamericanos y, en consecuencia, exigirán el respeto de todos sus derechos en otros territorios y que además, plantearán la canalización de esfuerzos conjuntos para abordar la migración irregular, engendrada en la miseria y en la falta de oportunidades. Hay que desterrar del mundo moderno medidas tremendistas como la anunciada.
Miguel Angel Risco Esquén
Periodista
PERUANOS EN EL MUNDO
Lima, 7 de mayo de 2008